La comunicación es vital para toda empresa y organización. Esa es mi especialidad. Hacer comunicación. Los invito a este gran mundo entrelazado, encadenado que es la comunicación.
miércoles, 12 de marzo de 2014
lunes, 10 de marzo de 2014
A esta edad
A esta edad….
A esta edad puedo hacer muchas cosas que están permitidas. Por ejemplo, puedo correr desnudas por las callles alegando “locura temprana” o “senilidad prematura”. Lo peor que puede ocurrir es que la Policía me detenga y se apiaden de “esta señora loca que por allí le entro” y me devuelvan a mi casa envuelta en algún trapo viejo que encontraron tirado en la parte de atrás de vehículo policial.
También podría declararme en rebeldía permanente y convertirme en la mayor critica al gobierno. Al final no soy nadie influyente por el que “la señora” y el “eterno presidente” vayan a perder el sueño.
Puedo poner el volumen de mi música en lomas alto y cantar con las ventanas debajo de mi carro. Lo mas que puedo provocar es algo contagioso y que el resto de los mirones u oyentes hagan lo mismo.
Puedo vestirme como quiera: chingo, largo, negro o colores. Lo más que puedo sacarme es un chismerío alegando que “soy una vieja ridícula” o que ando detrás de algún chavalo.
A esta edad tengo tantas cosas permitidas. Me permito entristecerme por la injusticias , llorar con motivo, ir a la playa con los amigos, opinar, escribir, leer, cantar a gritos, tirarme las carcajadas mas ruidosas del mundo, beber una cerveza bien helada, disfrutar de la familia y los amigos.
No me permito callar ante los abusos y las injusticias, resentimientos, malos sentimientos, la mentira, la hipocresía, el egoísmo, la mezquindad, la falta de solidaridad.
He visto pasar la moda, pase del negro al blanco y de este a los colores. Volví al blanco y allí me quede. Descubrí el gusto por la soledad, el control de la televisión y Sherlock.
Me convencí de lo que no debemos tener en nuestras vidas: la gente que te hace sufrir, los que no evolucionan y los que no valoran la amistad.
Descubrí que me quiero mas cada día. Pero no me restrinjo de nada: un buen nacatamal, un Rojita bien helada o un chocolate antes de acostarme.
Soy feliz. Lloro de gusto, de los buenos y malos recuerdos aunque estos últimos están archivados al final del disco duro bajo una contraseña de varios digitos.
Disfruto de una buena película y de una buena charla. Me hago amiga de los y las jóvenes, son mi dosis de energía y optimismo, no todo está perdido.
A esta edad puedo decir con mucho gusto, cuanto he vivido y cuanto me falta por vivir.
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