lunes, 9 de julio de 2012

Las vivencias de una periodista en la policía

Las andanzas en una Estacion de Policia...
Fue undesafortunado accidente. No tuvo razón de ser. Pero paso. Sin hechossangrientos que lamentar más que las pérdidas materiales. Fue más terrible elgolpe con la realidad policial de nuestro país.
Casi mellevaron detenida a la estación de policía porque la otra parte del choque se golpeóla rodilla. Escoltada al estilo Daniel, con patrulla y todo. Allí si había combustible.No sé si porque era yo (?) o porque estaba disponible. Lo cierto es que me sentícomo delincuente. Un policía dentro de mi vehículo, el siniestrado y lapatrulla, muy de cerca, pendiente de que no me fugara a, no sé, al estiloThelma y Louise, por todo Nicaragua.
Casi lasnueve de la noche de un 30 de mayo aciago. La Estación de Policía, ubicadacerca de un mercado, mas parece un viejo edificio fantasma, oscuro, sucio, casivacío a esa hora, con agentes displicentes que solo quieren que termine suturno para irse a descansar.
-         Y las luces de aquí?, peguntamos
-         No hay luces aquí, respondió un agente como algo natural.
-         Click, click, nada.
A esahora, mi amiga y colega, Lucia Pineda, acompañada de su madre regia, doña LuciaUbau, se persono solidariamente a la mencionada Estación.
Unacaja pegada a la pared que dice Buzón de Sugerencias llamo la atención de doñaLucia. Maestra jubilada, casi periodista, con el gusanito de la curiosidad,algo que heredo a la hija, comenzó a hacer preguntas:
-         Donde están los baños?
-         No hay!
-         Como, no hay baños? Y dónde va la gente cuando necesita?
-         A los palitos, le contesto tranquilamente una oficial mujer.
Los ojosde doña Lucia lo decían todo. No lo podía creer. Inmediatamente busco un papely lápiz e inicio su “sugerencia” para el Buzón policial.
A esahora y tras dos botellas de agua, seguíamos esperando, mis ganas de evacuar misesfínteres se hicieron patentes.
-         Disculpe, tiene un baño que me preste?
-         No, no hay, fue la respuesta lacónica y simple de un oficial moreno,alto, fuerte, que raudo, mas bien, veloz, aligero el paso para que no le siguieraimportunando, digo, preguntando. 
El jefede turno, como un ángel, apareció en esos momentos.
-         Necesita un baño?
-         Si oficial, conteste rápidamente.
-         Venga conmigo, dijo el oficial, con cara de buenos amigos.
Doña Luciahizo dúo conmigo. Atravesamos un pasillo oscuro, cruzamos una calle adoquinadainterna y entramos a una oficina oscura, a la que un click le dio rápidamenteluz.
A laprimera inspección del lugar, pensé que era bodega. No. Era la oficina deloficial amable.
-         Siéntense, dijo muy amablemente ante nuestras caras estupefactas.
-         Gracias, dijimos como gemelas doña Lucia y yo.
-         Pase me dijo y me señalo una especie de puerta que conducía a otraoscurana, allí está el baño.
El baño,en realidad era un baño o un baño que fue en algún momento, tenía un grantanque de agua, un inodoro sucio, sin tapa, más bien machado, por lo menos loque pude ver. Eso sí había papel.
Haciendoequilibrio de cirquera, me apure lo más rápido que mi vejiga podía viajar. Queríasalir corriendo de allí. Un balde de agua servia de desague. Aunque esto parece interesante, lo mejor estabaafuera. Doña Lucia, haciendo de periodista, “interrogaba” al oficial.
-         Esta es su oficina?
-         Si.
-         Y porque no hay baños en esta Estación?
-         Si hay pero están enllavados.
-         Enllavados? Porque?
-         Porque están en las oficinas de la Comisaria que quedan enllavadas.
-         Pero eso es una barbaridad, como hace la gente que viene a esta hora, lasmujeres?
-         Silencio del oficial
A estas alturas, mi aventura en el casi-baño yatermino. Me uno al interrogatorio de doña Lucia.
-         Sabe oficial, una limpiadita al lugar no caería mal.
-         Si así es.
-         Mire esas telarañas, es cuestión de escoba, verdad?
-         Si así es.
-         Y esa computadora sirve, tiene internet?
-         Si pero solo interno.
-         Ahhh!!!
Regresamos a la entrada de la oficina de inspectoresa seguir esperando para “mi interrogatorio”.
Casi tres horas después pude irme para mi casa.
Doña Lucia introdujo sus quejas y sugerencias en el Buzónde Sugerencias. Como no había luz en el lugar, tomamos nuestros teléfonos yaprovechamos para la foto.  Espero quelos hayan leído, y acogido sobre todo. Espero que la próxima vez que visite lamencionada Estación, (que no sea pronto), ya haya baños decentes para los y lasusuarias de dicho lugar. Espero que las condiciones de las Estaciones de Policíade Nicaragua mejoren pronto.
Me quede pensando: “Si así son los baños, como serán lascárceles”?
No lo quiero saber.

JoshyCastillo
CarreteraSur, julio 2012